“Narrar para niños es un privilegio del que muchos escritores abjuran. Por algún motivo, quienes nos dedicamos a este oficio, hacemos hasta lo imposible por arropar nuestra infancia, dejarla caer en el desinterés del protocolo y la intelectualización. Cada vez nos ausentamos de esa orilla de la sensibilidad, que es el lugar donde inicia el asombro. Los niños son los mejores lectores de las imágenes, de la poesía y de la honestidad. De eso que puedan repasar las hojas de un libro hasta dejarlo inservible a fuerza de estarlo abriendo, rayando y reescribiendo. Un verdadero libro infantil no guarda distancia, siempre está cerca”.
Escritor guatemalteco. En Letra E, fragmentos de un diario. "Las niñas de Lewis Carroll", páginas 13-14. Ediciones Era, 1987-
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En relación al teatro infantil...
…Y la obra de teatro para niños (El gran Tití, 1982) es una obra que trata de salirse del tipo de literatura infantil. En un ensayo, yo escribí que la literatura infantil no es para niños, en la medida en que infantil es lo que hace el hombre pensando con mentalidad de niño. El niño, en mi manera de análisis, debe ser educado para que conozca la naturaleza. O sea, si tú le presentas un lobo que habla, que es malo, que tiene una personalidad, cuando lo llevas al zoológico y ve un lobo no lo cree. Quiero darle al niño todas las armas para que él imagine y tenga su fantasía, no darle toda la fantasía para que ya no imagine. Mi teatro es precisamente para estimular la imaginación del niño, y sobre todo plantearle los problemas, por ejemplo, la violencia. Tengo problemas con la literatura infantil porque creo que poner a hablar animales, darles características humanas de bondad o maldad, es robarles a los niños la posibilidad de imaginar. En mis novelas cuento las cosas, no digo lo que hay que pensar de las cosas. El fenómeno de las acciones. Trato de no filosofar, de no influir en el lector a que piense qué moral, o qué condición de bien o mal tienen los personajes; prefiero que imagine, que siga los hechos, que se sorprenda a veces con los finales para que reanude lo leído. Si tú llevas al lector a un final, ahí termina el libro y termina la lectura. Cuando le das una sorpresa, él dice, bueno, dónde empezó esto, y tiene que releer y retomar la obra literaria.
Escritor Guatemalteco (La novela y la vida desmontables, entrevista. Apareció en ALT126 y realizada el 1 de agosto de 1996)
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