El Ministerio de Educación imprimió ya los primeros libros que se repartirán en las escuelas e institutos de todo el país.
Por: Marta Sandoval msandoval@elperiodico.com.gt
La literatura en Guatemala es casi un consumo de lujo. Si un joven de Livingston quiere leer tendrá que hacer un largo viaje hasta la capital para poder comprar un libro, o visitar una biblioteca medianamente surtida. Lo mismo les pasa a los de Mazatenango o Zacapa. En esas condiciones adquirir el hábito de la lectura es casi una odisea. Por eso el ex ministro de Educación, Bienvenido Argueta, coordinó la edición de cinco colecciones de libros que se repartirán gratuitamente en todas las escuelas e institutos del país. De momento, sólo se editaron 10 mil copias para cada grado, como parte del plan piloto, pero los responsables del proyecto esperan cubrir a la totalidad de alumnos antes de que termine el año.
“Estos libros corresponden a la primera colección de tradición oral y popular, la segunda colección es de poesía, la tercera es de cuento, la cuarta de teatro y la última de esta serie, es de mitos y leyendas populares”, explica Gloria Hernández que trabajó en la compilación y edición del material para primaria. “Es un plan piloto para ir afinando en el camino las directrices, la filosofía y las acciones concretas. Se intenta llevar, por primera vez, libros de primera calidad a los niños de edad escolar de toda la República, totalmente gratis”, agrega Hernández.
Las evaluaciones realizadas por el Mineduc en 2006 demostraron que solo el 24 por ciento de los alumnos que egresan de sexto primaria alcanzan los niveles de comprensión lectora esperados, los demás consiguen simplemente una comprensión literal y una velocidad muy baja. Esto sucede en parte, por el poco acceso a material escrito.
Libros para todos
Los textos para educación básica son antologías de poesía compiladas por el poeta Francisco Morales Santos. Se incluyen obras de Luis Cardoza y Aragón, Alaíde Foppa, Miguel Ángel Asturias, Javier Payeras, Maurice Echeverría, Isabel de los Ángeles Ruano, Alan Mills, entre otros.
Los de diversificado son compilaciones de literatura centroamericana, para presentar lo más destacado de cada país de la región.
La colección para primaria y pre primaria está compuesta por rimas, trabalenguas, adivinanzas, canciones, cuentos cortos, poemas y retahílas. La selección estuvo a cargo de Hernández y Frieda Morales. Las ilustraciones fueron realizadas por Liliana Aldai, Teresa Fonseca y Julia Lara.
Del 23 al 28 de febrero, en la ciudad de Santiago de Chile, se llevó a cabo el I Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil -CILELIJ-, organizado por la Fundación SM y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) de Chile, primero en su género, en él se pretendió dar una visión global de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) Iberoamericana, tanto desde el punto de vista geográfico (todos los países de lengua española más Brasil) como histórico (pasado, presente y orientaciones para el futuro).
Dentro de ese marco, además de conferencias, dialogos e intercambios del mundo de la LIJ, se presentaron dos obras de gran importancia para el género: la primera, fue el Gran Diccionario de Autores Latinoamericanos de Literatura Infantil y Juvenil; la segunda, la Historia de la Literatura Infantil en América Latina.
En el primer libro, se destaca, por primera vez, "quién es quién" en la LIJ de Latinoamerica, paseando por todos y cada uno de los países de habla hispana y portuguesa, desde los origénes de la LIJ hasta nuestros días. De cada autor se recoge la biografía, un análisis de las principales obras y noticia del resto, y un juicio crítico. La obra es fruto de la colaboración de un grupo de expertos en LIJ de todos los países latinoamericanos, bajo la coordinación de Jaime García Padrino, catedrático de Didáctica de la Lengua en la Universidad Complutense de Madrid.
La segunda obra, comprende una vasta investigación en torno a la historia de la LIJ iberoamericana, desde el mundo prehispánico hasta la actualidad. El material reunido se ha ordenado desde México hasta la Patagonia, pasando por todos los países de Centroamerica, el Caribe y Sudamérica, incluído Brasil. Este trabajo fue reallizado por el escritor Manuel Peña Muñoz, de Chile.
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En el Gran Diccionario de Autores Latinoamericanos de Literatura Infantil y Juvenil, me cupo a mi, elaborar las fichas biobibliográficas y críticas de los autores de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, en donde, además conté con la valiosa colaboración del escritor e historiador salvadoreño Carlos Cañas-Dinarte y de Luis Baez de Nicaragua.
Coincidiendo casi con la publicación que hace pocos días hiciéramos acerca del problema del ibro recreativo en Guatemala, se dio a conocer una nota del secretario de educación pública, dirigida al director general de correos, dándole instrucciones para que evite el ingreso al país de las revistas "Paquín", "Pepín", "Manos arriba", "Chamaco" y otras publicaciones similares que se editan en el extranjero y que en los últimos tiempos han alcanzado una enorme circulación en esta ciudad, principalmente entre los niños de edad esoclar, para quienes, según indica el texto de la orden que nos ocupa, el género de literatura que continienen es francamente nocivo.
Entendemos que el licenciado Villacorta al especificar los nombres de las revistas que se declaran prohibidas, lo hizo tras un detenido examen del material gráfico y literario que en ellas se inserta, hasta determinar que efectivamente su asidua lectura constituye un positivo riesgo para la salud mental de los pequeños estudiantes, pero al añadir a la nómina el concepto de que también se ha de prohibir el ingreso de otras "similares" nos surge una pequeña duda: ¿Qué organismo o institución será la autorizada para calificar la "similitud" que ofrezcan otras publicaciones extranjeras? ¿La propia Secretaría de Educación pública o la Dirección de correos? El asunto, en apariencia baladí, tiene mucha importancia desde el punto de vista pedagógico y cultural. Nuestros lectores saben que entre la extensa nómina de libros, folletos y revistas ilustradas que aquí se reciben, hay un considerable número de lecturas perfectamente adecuadas a las mentalidades infantiles y las que, lejos de prohibirse, deben divulgarse por todos los medios posibles y ser protegidas en su circulación, pues son elaboradas por verdaderos especialistas de la literatura infantil, cuentistas y dibujantes de renombre internacional.
Pues bien, como estamos seguros de que nuestras autoridades no han pensado jamás en hacer tabla rasa con todas las publicaciones para niños, lo que ahora se impone como obligado complemento de la medida que comentamos es la inmediata organización de una comisión de maestros y maestras competentes, a cuyo sano criterio y amor por la enseñanza se encomiende la delicada labor de seleccionar las lecturas que conviene poner en manos de los niños y adolescentes, previo cuidadoso examen de los libros, periódicos y revistas que les envíen las librerías establecidas en el país, y señalar al mismo tiempo, las que, a su juicio habrían de descartarse por contravenir los preceptos pedagógicos.
Se trata de llenar una labor de orientación educacional en toda forma. Aparte de la propaganda que sin duda harán las ventas de libros para toda obra que haya tenido el "pase" de la comisión, los padres de familia pueden acudir a ella en demanda de consejo sobre las lecturas recreativas que más convenga para poner al alcance de sus hijos. Y la comisión, al dar respuesta, no se limitaría a dar una lista de títulos y de autores, sino trataría en cada caso de conocer las aptitudes vocacionales de los niños: ¿Qué es aficionado a viajar, o tiene predilección por los descubrimientos geográficos? Pues a recomendarle tales y tales obras en que se contiene narraciones de esa especie. ¿Qué le apasiona la mecánica? Pues a destinarle libros instructivos y amenos sobre esa materia. Y así, en todas las ramas del conocimiento humano.
El funcionamiento de la comisión que sugerimos tiene la ventaja de no representar ningún desembolso para el Estado. Se trataría de cargos ad honorem, y el trabajo, bello trabajo por cierto, lo harían sus miembros en horas de descanso porque sólo se trataría de leer y leer libros del más hermoso genero que exista en la literatura y mantenerse en contacto con los padres de familia. De más está decir que el material de libros y demás publicacaiones, les sería suministrado gratuitamente pro las librerías, ya fuese en vía de obsequio o con carácter devolutivo, según decidiese la secretaría del ramo, aunque sería preferible lo primero, en justa recompensa a la importante labor que se le encomienda.
¿No cree el licenciado Villacorta que esta iniciativa es viable y digna de ser tomada muy en cuenta?
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Editorial del periódico El Liberal Progresista, agosto de 1937. p. 3.
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NOTA: Si esto se hubiera cumplido, aunque sea mínimamente, no estaríamos en este momento intentando llevar a cabo mil y un proyectos, programas y similares que conllevan entre sus principales objetivos el despertar el gusto por la lectura, crear hábitos de lectura y fomentar la lectura de libros de literatura infantil, principalmente.
La literatura es una caja redonda e infinita que contiene los sentimientos, las creencias, las sensaciones y las experiencias de la humanidad a través de la historia. En el momento en que cada uno de nosotros abre ese estuche prodigioso, empieza a tomar conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea. Reconocernos en los personajes de algún relato, evidenciar realidades distantes y profundizar en la esencia humana a través de la lectura nos permite evolucionar como seres humanos más plenos, mejor preparados para comprender nuestro entorno. La literatura se parece a la niñez en que ambas son magia pura. Y, precisamente de esta afinidad intangible surge la literatura infantil. Junto con otros novedosos conceptos como los derechos de los niños, el juguete o la infancia, la literatura infantil surge a principios de siglo XX como posibilidad ilimitada para promover el desarrollo del ser humano desde sus primeros años.
A pesar de que los niños y los jóvenes constituyen la mayor riqueza de nuestro planeta, el material que leen no ha tenido la relevancia que debiera. Así, los orígenes de la literatura infantil, su historia, su futuro y, en general, una visión global de este género desde los puntos de vista geográfico e histórico constituyeron los temas medulares de este Primer Congreso Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil. El evento se llevó a cabo del 24 al 26 de febrero porque fue interrumpido por un cataclismo totalmente inesperado. Las actividades terminarían el domingo 28 con un variado programa para niños de todas las edades.
Me entusiasmé por participar en este encuentro iberoamericano por dos razones puntuales, en un principio. La primera consistía en acompañar a mi amiga Frieda Morales Barco a recibir el reconocimiento por su participación en la investigación y la autoría del Gran Diccionario de Autores Latinoamericanos de Literatura Infantil y Juvenil coordinado por Jaime Padrino. Obra de capital importancia que, junto a la Historia de la Literatura Infantil en América Latina de Manuel Peña Muñoz, constituyeron los libros más esperados y celebrados del Congreso. En segunda instancia, estaba mi creciente interés en un género al cual me he acercado, como a todo, por puritita intuición. Conocer otros autores, los grandes y los que empiezan, sus experiencias, sus opiniones y sus obras resultan ahora muy importantes en mi experiencia de creación para ponderar mis primeros intentos en este campo.
Más tarde, a finales del año pasado, el interés se volvió una necesidad. Llegó la oportunidad única de trabajar en un Programa Nacional de Lectura, desde el diseño general del mismo hasta los libros que van a usar los niños, los manuales para los maestros y los talleres con todos los grupos humanos involucrados en el proceso. La tentación de poner todo mi corazón, experiencia y esfuerzo en una obra que ponga al alcance de los millones de niños y jóvenes guatemaltecos material de lectura de calidad fue demasiado grande. Además, la ocasión de trabajar con personas altamente capaces y con una visión totalmente progresista del proyecto, como la doctora en Literatura Infantil Frieda Morales Barco y el doctor en Filosofía y Educación Bienvenido Argueta terminaron por convencerme. Era necesario, entonces, conocer y sumar las vivencias de otros autores y académicos en procesos de refuerzo a la lectura en América Latina a mi experiencia como autora de libros de texto y obras literarias.
El Congreso fue organizado por la Fundación SM y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile y comprendió dos módulos, uno académico y otro cultural. La noche de la inauguración, el miércoles 24, resultó verdaderamente mágica. La Sala Hall del Museo Nacional de Bellas Artes en el Parque Forestal de Santiago brilló como nunca. Las luces de las arañas colgando del techo competían con el fulgor de tanto creador de personajes fantásticos. Todo estaba listo para recibirnos. Unas quinientas personas nos reunimos para concelebrar un género literario que se identifica y se diferencia únicamente por tomar en cuenta la edad del lector. En todos los demás aspectos, principalmente el estético, se concibe y se produce como en la demás literatura. La ponencia inaugural, Somos lo que leímos, estuvo a cargo de los escritores Antonio Skármeta de Chile y Juan Villoro de México. En ella se reflexionó sobre la importancia de las primeras lecturas en las vidas de los individuos y en la de los pueblos. Luego, vino un cóctel en donde pudimos conocernos y reconocernos estudiosos y autores de personajes señeros como Papelucho, Barbuchín, Naricita, Emilia, Minino Maluquinho, Matilda y tantos otros. Los días jueves y viernes los dedicamos a repasar el pasado de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ), a sintetizarlo y jerarquizarlo. Especialmente, intentamos una toma de conciencia de sus aspectos singularizantes, sus luces y sus sombras. Saber de dónde venimos y qué nos enseña la historia y sintetizar la literatura infantil y juvenil iberoamericana nos permitió reflexionar acerca de su continuidad en el siglo que corre. Para ello, se abordaron temas como “Independencia, ciudadanía y literatura infantil,” “Los orígenes de la literatura infantil en España y en América Latina,” “Nombres y títulos señeros de la LIJ,” “Hacia un canon de la LIJ,” “Historia de la ilustración y la edición infantil,” entre otros varios. En seguida, se abordó el presente de la LIJ en Iberoamérica con la intención de analizar el estado actual del género: autores, ilustradores, temática, tendencias, estilos e iniciativas más exitosas a favor de la LIJ. Al respecto se abordaron temas como “Panorama actual de la LIJ,”, “Tendencias con nombres propios,” “Dificultades y resultados,” “Planes, programas y experiencias institucionales de lectura,” y “Autocrítica,” entre otros. Además, en estos días se presentaron la Historia y el Diccionario mencionados arriba con toda la ceremonia y el festejo que merecen. Con este panorama del pasado y el presente de la LIJ, nos retiramos a cenar y a descansar el viernes por la noche. El sábado le tocaba el turno al futuro: las posibilidades de desarrollo e impulso de los agentes esenciales de la LIJ, es decir, los maestros y promotores, los críticos, los bibliotecarios, los investigadores y la web y otras innovaciones tecnológicas.
La madrugada nos sorprendió en medio de una completa oscuridad. Un ruido ensordecedor y la conciencia del final nos envolvió a millares de personas por igual. Chilenos y no chilenos compartimos el horror eterno condensado en noventa segundos. Los gritos, el llanto, las oraciones que clamaban porque se nos dispensara la vida sumados al crujir de los vidrios y el estruendo de todo viniéndose al suelo funcionaron como banda sonora de una escena sacada de The twilight zone. Una densa capa de polvo no permitía reconocer nada. La perplejidad de haber sobrevivido, pasados unos instantes después del terremoto, nos impactó profundamente a todos. En ese momento, aún no sabíamos que el hermoso Museo de Bellas Artes había quedado parcialmente destruido y sin techo. Unas horas antes, todos los participantes en el Congreso habíamos estado reunidos ahí. Unos hablan de duendes, otros de ángeles de la guarda, otros de Dios, según sus mitologías personales. Lo cierto es que la vida nos dio otra oportunidad y eso es lo más importante. Los momentos posteriores al cataclismo, el sexto terremoto más fuerte de la Historia reciente, constituyeron una experiencia existencial conmovedora. Una amiga me comentó que después de una tragedia, durante unos pocos momentos, a veces días, “todos se vuelven buenos”. Así fue.
La Fundación SM y el hotel Plaza San Francisco y su personal se excedieron en sus consideraciones y atenciones para los extranjeros. El Congreso, naturalmente, se suspendió. Los representantes de la mayoría de embajadas y cuerpos consulares de los países representados en el evento estuvieron al tanto de sus connacionales el mismo día sábado, a pesar de haber sufrido pérdidas materiales ellos mismos. Algunos no tuvimos la misma suerte. Los salvadoreños, las bolivianas y las guatemaltecas nos quedamos esperando a que atendieran nuestros llamados telefónicos y electrónicos. No sé por qué, intuyo que de haber habido haitianos en el Congreso, hubieran corrido la misma suerte. Pero, eso es lo de menos ahora. Posteriormente, nuestras familias, la Fundación SM, amigos en nuestros países y la embajada de México nos brindaron el apoyo emocional que necesitábamos en esos momentos. Frieda Morales, Irene Piedra Santa y yo nos hemos cuidado una a la otra como corresponde. Todos los esfuerzos de nuestra gente para sacarnos de esta ciudad fueron inútiles. Estamos programadas para llegar a nuestros países la semana entrante. Todos los demás, dominicanos, venezolanos, argentinos, españoles, mexicanos y brasileños, salieron por gestiones de sus gobiernos.
En las reuniones informales posteriores, el tema era el mismo. Repasamos una y otra vez el momento de la verdad. Ese instante en que enfrentamos la soledad de nuestra muerte, la posibilidad de los minutos finales. Durante las comidas, unos hablaban de sus familias, otros de Dios, algunos de sus libros a medias como las imágenes que nos acompañaron en esa prueba que percibimos como la última. Después de las lágrimas, como buenos latinoamericanos, optamos por las bromas y las anécdotas divertidas. Nos hermanamos, nos solidarizamos. Sin embargo, con el transcurrir de los días, unos antes que otros, volvimos a nuestras angustias, nuestros miedos, nuestras manías, nuestras mediocridades. Nada es novedad. Atestiguamos de muchas maneras las facetas de la esencia humana.
A lo mejor, ganamos al perder. Somos las últimas de la fila en llegar a nuestros hogares, es cierto. Pero, ahora que escribo esta nota, recuerdo que tenemos una cita en una parroquia del centro de Santiago para ir a embalar víveres, ropa y medicinas en un centro de acopio de la Cruz Roja y con ello, una oportunidad de ayudar a los chilenos que tan bien se portaron con nosotras. El terremoto aún nos vibra dentro como una nota inaudible pero absolutamente certera. Dicen los entendidos que este movimiento telúrico hizo que la Tierra entrara en armonía. A las personas que vivimos este desastre nos causó lo mismo. Nos sentimos renacidas, en completa paz, con muchas ganas de agradecer y de vivir.
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Escrito por Gloria Hernández, Santiago de Chile, 2010.