Para hablar, en Guatemala, de aspectos relacionados al libro, la lectura y la construcción de la figura del lector en general, y la del de literatura infantil en particular, debemos comenzar revisando aquéllos que dicen respecto a la producción de los primeros libros en el país, porque ellos nos dan pistas acerca de la historia del libro, pero no necesariamente dan cuenta del desencadenamiento de la función social que se le reconoce a la lectura y al lector en la actualidad.
Se reconoce como la primera obra literaria escrita en castellano en Guatemala a la “Verdadera y notable relación del descubrimiento y conquista de
De él dirá Juan Pablo Patiño Káram “En la crónica Historia Verdadera de
A lo que agrega Carlos Pereira “la narración corre fácil y llana, sin rodeos y sin adornos. El autor sabe y quiere emplear la común habla de Castilla
Lo anterior, deja entrever, por otro lado, que la importancia de este libro radica también en la de ser uno de los textos que representen la transición entre la lectura oral y la lectura silenciosa que comenzaba a practicarse en el siglo XV, así como de ser el primer testimonio de las relaciones establecidas entre los conquistadores españoles y los indígenas americanos. Algunas de las características de esto están en que los capítulos son cortos, hay una representación oral del discurso o sea lo escrito está para ser teatralizado y por eso, como enfatiza Pereira: piensa en el hecho y no en la palabra. Hay equivalencia entre el hablar y el escribir y el escuchar y el oír. Por todas estas razones el libro merecería un estudio más acucioso y arrojaría más luces con respecto a las prácticas de lectura.
Paralelo a ello, se observa en relación a la lectura que los religiosos que vinieron a partir de 1524 se dedicaron a catequizar y convertir a los indígenas y a cooperar para que estos contribuyeran a la edificación de pueblos. Por esas mismas razones, en 1548 se manda a que se haga el arte o gramática y vocabulario de las lenguas indígenas. De esa cuenta, en el siglo XVI, cuando se funda
Esto quiere decir que al principio no había una exigencia drástica para que el “castellano” se convirtiera en la lengua única. Así que aparte de la novela de Bernal, lo que se conoció hasta 1781 aproximadamente, fueron las crónicas y los estudios lingüísticos de los religiosos. Esta última fecha, además, marca la publicación del poema “Rusticatio Mexicana” escrito en latín por Rafael Landívar y publicada en Módena, Italia y del cual se hizo una segunda edición corregida y aumentada en 1782 en Bolonia, Italia.
En materia literaria, sin embargo, la mayoría de estudiosos coinciden que fue un período pobre, pero, a pesar de ello, se puede afirmar que el libro de Landívar es el que se convierte en el punto de fuga para la configuración de nuestra literatura nacional porque en ella se observan trazos de lo “nacional” aunque estuviera escrito en latín.
En cuanto a la circulación de libros en el Reino de Guatemala durante
En este momento hubo una negación de la cultura letrada hacia el pueblo en general, que en su mayoría representaba una masa de analfabetos, cortándoles de tajo su participación popular y democrática en el proceso de independencia nacional.
Por otro lado, siguiendo las pistas de la construcción de la figura del lector, la primera referencia que se tiene de un método alfabetizador en castellano es el escrito por Fray Matías de Córdova titulado “Método fácil de enseñar a leer y escribir” impreso en Guatemala y Chiapas, el cual se impuso como texto oficial. Sin embargo, de este método lo único que se conoce en la actualidad es lo que apunta David Vela en su libro “Literatura Guatemalteca”. Una Advertencia que reza así:
Esto, porque casi toda la obra escrita de Fray Matías de Córdova se perdió en un naufragio sufrido en uno de sus viajes cerca de las costas de España.
Pero, una vez desligados de la corona por el proceso de independencia ocurrido en 1821 y la desanexión de México en 1823, el Congreso Constituyente del 29 de octubre de 1824, ratifica por medio de un decreto ley en el que se consigna que todos aprenderían a hablar, leer y escribir en un mismo idioma: el español, el mismo se lee:
Debe ser uno el idioma nacional, y que mientras sean tan diversos cuanto escasos e imperfectos los que aún conservan los primeros indígenas, no son iguales ni comunes los medios de ilustrar á los pueblos, ni de perfeccionar la civilización en aquella apreciable porción del estado, ha tenido á bien decretar y decreta:
1. Los párrocos, de acuerdo con las municipalidades de los pueblos, procurarán por los medios más análogos, prudentes y eficaces, extinguir el idioma de los primeros indígenas.
2. Probando los mismos párrocos haber puesto en uso con buen éxito, en todo o en parte, cuanto estuvo en sus facultades para el cumplimiento del anterior artículo, se tendrá por el mérito más relevante en la provisión de curatos.
A partir de entonces se comienzan a ensayar modelos educativos y de enseñanza y a perfilar la nación guatemalteca. Para ejecutar el proyecto nacional con mayor eficacia se requería de un Estado centralista y unitario que albergara en torno de sí una nación homogénea y la forma más eficaz que encontraron los liberales para la implantación de dicho modelo de cultura fue a través de la educación; por eso se va a concentrar en el objetivo de hacer con que la ésta se constituya en uno de los pilares fundamentales y claves sobre los cuales descanse la transformación de la sociedad moderna.
Por esta razón, Miguel García Granados y José Miguel Vasconcelos crean un decreto, el 14 de Agosto de 1872, con el que se derroga la Ley Pavón[6] y se inicia la reforma educativa que declara la enseñanza primaria como laica, gratuita y obligatoria para todos. Este hecho produjo un gran revuelo en el medio, dando lugar al rompimiento del concordato con el Papa. Después, el siguiente paso sería impulsar el desarrollo de infraestructura y la calificación de recursos humanos.
Debido a esto se establecieron en todo el país escuelas normales tanto para varones como para mujeres. Las escuelas normales fueron creadas durante el gobierno de Mariano Gálvez (1831-1838) y habían funcionado como escuelas demostrativas para la difusión del sistema lancasteriano. En esta segunda etapa el normalismo se institucionaliza, permitiendo “promocionar la formación constante de maestros tanto para escuelas urbanas como rurales” (Little Siebold, 1994:28). Sin embargo, se puede observar que su función iba más allá del simple entrenamiento de maestros, pues también contribuyeron para la formación de núcleos de creación y producción de materiales y recursos que pudieran auxiliar en la tarea educativa.
Además, para emprender tamaña empresa, el gobierno hizo traer profesionales y técnicos de diversas partes del mundo como España, Suiza, Norte y Sur América. Pero principalmente fue la aportación de los profesores cubanos José María Izaguirre, a quien le cupo fundar
En fin, sobre estas bases se construye el sistema político, legal y sociocultural de
No obstante, una vez que se establece el modelo de un Estado de Derecho a partir de 1871, ratificado en
Pero, no sino hasta la creación del Ministerio de Educación en 1872, que en aquel entonces nació adscrito a
Durante las primeras tres décadas del siglo XX surgen varios libros de lectoescritura y en 1923 se adopta como texto de lectura para los establecimientos de enseñanza pública el “Libro Alfa” de la educacionista Señora Illescas de Palomo.
Como una renovación de métodos alfabetizadotes y de enseñanza de la lectoescritura, aparece en 1940 el libro “Barbuchín” libro segundo de lectura escrito por el Profesor Daniel Armas, el cual se ha transformado en un clásico de esta naturaleza, teniendo a la fecha más de cincuenta ediciones, además de convertirse en un prototipo de libros de lectura nacionales.
En las décadas posteriores se usaron para este fin la cartilla “Castilla”, la colecciones “El Quetzal” de Ángel Suárez, “Libro Azul” método ecléctico del profesor Bonilla, los libros del programa ROCAP-ODECA en los años 60 y hasta los libros de lectoescritura como “Victoria”, “Nacho”, “Lecturitas” y otros que aparecen a partir de la década de 1980 en un nuevo formato y presentación conocido como Libros de Área, en este caso, de Lenguaje o Idioma Español.
Todos estos métodos han servido para dotar de las herramientas básicas a los niños para que puedan llevar a cabo las prácticas de lectoescritura con eficiencia, pero no son muestra objetiva de la construcción de una actitud lectora en ellos. Para esto, habría que iniciar una serie de estudios e investigaciones multidisciplinarias.
Hoy en día, aunque se puede observar una gran diversidad de este tipo de libros en el mercado, hasta la fecha no existe alguna crítica de los mismos que puedan indicar avances, retrocesos, ventajas o desventajas. Lo único que hay son indicadores de analfabetismo y muchos estudios que reflejan las deficiencias de las prácticas lectoras como lo muestran claramente las pruebas de lectura y lenguaje fracasadas de los estudiantes que quieren optar a una carrera universitaria o puestos de trabajo.
Por lo anterior, sirva este artículo para despertar la curiosidad de los académicos y se pueda entablar una discusión más profunda sobre estos temas, cuyos resultados, también, puedan redundar en beneficios para la población guatemalteca.
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[2] Este texto sirvió de base a Severo Martínez para describir su teoría sociológica en su libro “La patria del criollo”.
[3] En: http://www.ucm.es/info/especulo/numero24/bernalc.html Accesado: 8 de noviembre de 2007.
[4] Según Catalina Barrios y Barrios y Francisco Albizurez Palma, “el Editor Constitucional se proponía criticar todo aquello que lastimara los derechos de los guatemaltecos, a la vez que ejercer una constante docencia y despertar vivo interés hacia la vida nacional. (…) se pronunciaron por la dignificación del indio y para ello argumentaron que no hay descendientes más directos de África que los españoles”. (1986: 204).
[5] En este periódico “se hace énfasis en el aspecto científico. Continúa el Enciclopedismo, pero la literatura no es la más interesante en él. Se publica alguna que otra fábula. Sutilmente podrían notarse algunos brotes criollistas también aquí, en un leve contraste entre la población urbana y la del campo. Tenía tendencias conservadoras”. (Barrios; Albizurez, 1986: 386).
[6] Ley Pavón de 1852, que restringe y limita la instrucción primaria, convirtiéndola en confesional, dogmática y rutinaria. (González Orellana, 1970; 254).
Fuente. Biblioteca AGLIJ. Derechos reservados.