Un bello libro: canciones de la infancia
El licenciado Mario Alvarado Rubio, asesor de la Dirección General de Bellas Artes, se ha servido enviarnos un ejemplar de la obra de Roberto A. Valle G., Canciones de la infancia, editada en los talleres tipográficos del ministerio de Educación Pública como otra de las aportaciones bibliográficas hechas con motivo del segundo aniversario del régimen de liberación; se terminó de imprimir el 31 de agosto, y es sin duda uno de los trabajos más apreciables en su género; el propio licenciado Alvarado Rubio tuvo a su cuidado la dirección de la obra, y con ella dichos talleres se apuntan un éxito más.
Dos valores sustanciales se conjugan
en Canciones para la infancia: por
una parte, la música y letra de esas canciones, y por otra, los dibujos con que
las ilustró sabiamente, con sabiduría de artista que se hace niño para
interpretar la fantasía infantil en toda su delicadeza y en todo su hechizo,
Roberto Ossaye.
Por sí solas, estas ilustraciones le
dan carácter de álbum valiosísimo al libro editado por Bellas Artes: son
ilustraciones que pueden ponerse sin desdoro, antes buen con ufanía, al lado de
las mejores que hoy se estilan en los libros mejor presentados del extranjero,
y constituyen precioso legado del joven, talentoso artista que tanto prometía
como tanto realizó en poco tiempo, y que una muerte nunca bastante bien
deplorada truncó tempranamente, arrebatándole a Guatemala un valor que hubiera
enriquecido sobremanera su patrimonio cultural. Estos dibujos póstumos vienen a
renovar el dolor de la ausencia de Roberto Ossaye, y estarán muy bien en manos
de maestros, niños y artistas, para recordarlo más.
Respecto a las canciones en sí, de
las cuales la mayoría llevan música y letra de Roberto Valle, pero algunas la
letra de autor no identificado, otras son arreglos del mismo autor, tienen el
arte sencillo y “los temas ingenuos que corresponden a la corta edad de sus
futuros interpretes”, y de ellas dice el profesor Gilberto Zea Avelar (Aguilar),
en las palabras de presentación, que “son vivencias puras de la sensibilidad de
un maestro de escuela, que es artista”, y que “con sentido selectivo logró
reunir los temas arrancados de este mundo rico en colorido, emoción y poesía,
que despunta en la voz párvula de la vida humana y se desvanece en los linderos
de la adolescencia”, añadiendo que “Roberto Valle hizo un regreso a los sueños
de la infancia o vivió esa dimensión, cuando tuvo el anhelo de plasmar en el
pentagrama cada instante feliz, que tiene su propia estructura poética en el
alma infantil”.
Complace la publicación de obras
como esta, por lo que es en sí y por lo que anuncia de mejoras y
transformaciones en la escuela y en la vida de los niños de Guatemala, a
quienes un grupo de maestros y artistas, ya promisoriamente numeroso, están
dotando de elementos educativos de que antes carecían o sólo les llegaban, en
forma reducida, de procedencia extranjera: estas canciones, dentro normas
universales, se inspiran en un sano, prudente nacionalismo. Su autor y sus
editores merecen cálida congratulación.
Fuente: ©Biblioteca AGLIJ, 2025. 3 de septiembre de 1956.

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